Crítica por Guido Facile

Suena el timbre. Se acaba. Se termina el turno…  Las cosas que corrieron por tu boca ahora pueden ser un plato asqueroso de riñones…o  tu performance se puede reducir a una dionisíaca fiesta japonesa digitalizada que te obliga a sentirte porque tu matrimonio no es…

La fantasía. Placer irredento que va y vuelve, que es un boomerang, que hace que seas una dominatrix bestial y luego te acongojes con un llamado de tu mami. Engaño ancestral inherente a nuestro mundo imaginario…Cuando el sexo termina todo falta. Esa ópera se hace sólo un diálogo en el espejo.

Estamos condenados a inventar algo cuando “eso” se acaba. No hay nada, ni la potestad de ser animales nos han dejado.  Así hasta el próximo turno exploremos con humor, como en “Eso que falta”, las voces de esta falta de lógica que nos recorta el cuerpo.

“Eso que falta” es una propuesta original que nos transmite con humor las vicisitudes de los seres sexuados parlantes. Cuatro historias nos cuentan cuatro discursos, donde los objetos se desplazan por rutas del cuerpo. Ahí, donde no hay texto, habla el lenguaje a través de nosotros.

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